02 | Hacernos mayores, Annie Ernaux & Searows.
¿Empiezo a estar en una época de mi vida en la que las malas noticias van a vencer en número a las buenas?
Algo de mi semana
Solía decir Pier Paolo Pasolini que es preferible devorar la existencia con un apetito insaciable ya que cómo terminará todo esto, se ignora. Esta semana ha sido rara y bonita. Los festivos han parecido un pequeño oasis en la tempestad y he podido parar a reflexionar. Un pensamiento recurrente ha sido la idea de hacernos mayores. Pero sobre todo de ver a nuestros seres queridos llegar a esa mengua. Esos días que vienen y ya no se ven tan lejos.
¿Empiezo a estar en una época de mi vida en la que las malas noticias van a vencer en número a las buenas?
No lo sé, es algo que descubriré con el día a día. Mientras tanto tenerlo presente hace que deleite cada momento de inadvertida felicidad como si fuera el último. Y me reconforta tener cerca esos pensamientos. Lo único que sé es que en esas estamos, en el aquí y en el ahora.
Algo leído
«Al concederme la más alta distinción literaria existente, una gran luz ilumina mi trabajo de escritura y de investigación personal, realizado en la soledad y la duda. No me deslumbra. No considero la concesión del Premio Nobel como una victoria individual. No es orgullo ni modestia pensar que se trata, en cierto modo, de una victoria colectiva. Comparto el orgullo con quienes, de un modo u otro, desean más libertad, igualdad y dignidad para todos los seres humanos, independientemente de su sexo y su género, de su piel y su cultura. Con quienes piensan en las generaciones venideras, en la salvaguarda de una Tierra que la codicia de unos pocos sigue haciendo cada vez menos habitable para el conjunto de los pueblos.»
Discurso de Annie Ernaux ante la Academia Sueca
Algo bello
En estos meses no puedo parar de recomendar las bufandas de Ezcaray, una empresa familiar del norte de España. Sobre todo la colección Matisse. Fabricadas de mohair y lana. Esos colores.
Algo familiar
Hace unos días descubrí esta fotografía de Brassaï, se titula «Paulette et André» y me recordó enseguida a mis hermanos. Pablo, el pequeño y Andrea, mi melliza. La felicidad es una mirada.
Algo por ver
«Close», de Lukas Dhont. Premio del Jurado en Cannes y Sevilla es suficiente para no dejarla pasar. En cines.
Algo que comparto
Siempre digo que una casa se convierte en hogar cuando no faltan animales y flores en ella. Para lo primero, siempre asociación de acogida. Para lo segundo, esta opción de la marca Sudachidou, me pareció una solución preciosa para tener en casa.
Algo que añoro
El arroz que hacías cada domingo para juntarnos todos alrededor de una mesa. Todavía no he probado uno que lo supere. Añoro que no me dejaras ganar nunca a la brisca. Añoro contarte, contarte que A se ha convertido en la mejor profesora de primaria, que P ya no sé cabrea tanto como de pequeño, que ahora somos muchos más pero seguimos echándote de menos igual. Añoro los animales en casa. Añoro el amor incondicional que Papá te profesaba. Añoro tus risas y tus juegos inventados para entretenernos. Añoro tu forma de ver el mundo, aquí a veces todo parece olvidarse.
Algo que me obsesiona
Uno de los discos del año. Cada día de esta semana he escuchado al menos una vez, «Guard Dog» de Searows, proyecto de Alec Duckart. A veces, llegamos a algo que nos reconforta. La primera vez que lo escuché tuve esa sensación.
Algo de lo que estoy orgulloso
Las personas que quiero. Son muchas. Iremos conociéndolas poco a poco. La primera es sencilla. Ella, Á, mi suelo y cielo. Es el tipo de persona que los miedos no la paralizan, todo lo contrario, le hacen avanzar.
Además de tener ese punto de locura que necesitamos a veces. Con ella cerca, todo problema tiene solución y toda solución parece posible.
Algo que descubrí
Que cada vez que vuelvo a pensar en «Lazzaro Feliz» sonrió. Un hombre bueno. El cine que perdura.
Algo que regalé
Quien me conoce sabe que una de las cosas que más disfruto es todo el proceso que conlleva regalar. Me encanta descubrir objetos paseando en tiendas o internet. Pero sobre todo disfruto pensando en una persona querida que le encantaría ese regalo o que le vendría genial. Esa revelación a primera vista es magia. Y no me suelo cortar. La vida es más lo que das que lo que recibes.
Uno de mis últimos regalos fue «un deseo», literal. Este verano fuimos Á y yo a ver las estrellas fugaces a las afueras de Granada. La contaminación lumínica hace que si te alejas de la ciudad puedas verlas con mayor claridad.
Tuvimos la suerte de ir en buena compañía. Amigos, familia y una cena mirando las estrellas. Ese era el plan. ¿El error? Llevarme a Ucra, una perra de acogida que tuve todo el verano. La noche, un sitio muy abierto, comida en el suelo, personas que desconocía y niños jugando. No fue una buena idea.
Y al final de la noche, hablando nos dimos cuenta de que no habíamos visto ninguna estrella. Casi no miramos al cielo. Ni un deseo pedido.
Y aquí viene el regalo.
Unas semanas después, ví en IG una publicación de una artista que vendían en Granada un precioso pin en forma de estrella fugaz, bañado en oro y con un nombre «un deseo».
Casualidades de la vida, me encanto ese pin y se me vino a la cabeza aquel recuerdo. Rápidamente contacté y lo compré.
Días después, quedé para tomarme un café con Á. Le dije que ya que no tuvimos la oportunidad de ver ninguna estrella aquel día, le regalaría la oportunidad de tener un deseo en un año en el que habíamos llorado demasiado. Le pedí que deseará algo grande y le di en un sobrecito, «un deseo» de Lucía Coz.
Algún día le preguntaré que deseo pidió y espero que me lo cuente porque significará que se ha cumplido.
Regalar es lo más bonito del mundo, no por lo que das sino por lo que significa.
Hasta aquí, va por hoy, nos leemos. Y recuerda que como esto también va sobre vivir juntos conscientemente, me gustaría leeros y que me contaseis vuestra semana.
Siéntete libre.
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